La noticia de mi llegada causo
sorpresa y miedo a la vez. Mis papas no esperaban tener otro hijo, o por lo
menos por el momento. Los primeros meses de espera para saber si todo esta bien
o si podía llegar a tener algo parecido a lo que tenia mi hermano, parecían ser
eternos, pero los resultados salieron bien y yo iba a ser una bebe sana.
Unos meses después, en diciembre,
llego mi momento de salir y conocer el nuevo mundo que me rodeaba.
Los años que siguieron, pasaron
como debían pasar. Cada tanto mama y papa pasaban algunos días en el hospital,
pero yo me quedaba con mis abuelos. Los demás días todo estaba tranquilo. Nos metíamos
en la pileta en verano (yo me lanzaba a nadar aunque a penas sabia caminar.
Cosa que le hacia pegar varios sustos a mama), los domingos nos juntábamos con
los abuelos. Jugábamos. Tratábamos de vivir esos días de la mejor manera
posible.