31 de agosto de 2017

Con un gesto tan simple, me mantuvo alegre toda la tarde.
Un tamborilero que iba marchando, al verme con la cámara en mano a punto de sacarle una foto, se acercó a mí.
Yo puse el oído, pensando que iba a decirme algo.
Pero no.
Me dio un beso en la mejilla, me sonrió y siguió.