El jardín se paso volando y cuando
me quise dar cuenta, ya estaba empezando la escuela. Cambiar del pintor al
uniforme, de los juegos y el arenero, a la tarea y el salón, creo que fue más fácil
que el cambio de compañeros. Aunque la institución seguía siendo la misma, al
pasar a la escuela nos dividieron y muchos de mis compañeros quedaron en otro
curso, incluyendo a las que hasta ese entonces eran mis mejores amigas.
Otro de los cambios del jardín a
la escuela era el cambio de ‘bolsita’ a mochila y todo lo que venia adentro y
mi obsesión con Winnie Pooh era notable, ya que tenía mochila, cuadernos y
hasta lápices con la figura del conocido oso.
La escuela no fue el único cambio
que tuve, ya que en ese mismo año, con mama nos mudamos a la casa de mi abuela,
que es donde actualmente estamos viviendo. Para variar, no nos alejamos del
barrio, debido a que la casa de mi abuela quedaba a dos cuadras de la casa de
mama y papa habían comprado años atrás. Y así nos fuimos para otra casa,
dejando la cocina chiquita, el ventanal y la repisa del rincón atrás.