26 de octubre de 2013

Firu

Cuando murió el perro que teníamos en la otra casa, no volvimos a tener una mascota durante un tiempo hasta que un día se apareció en la puerta de casa una amiga de mama que nos ofrecía un perro que le habían tirado en la puerta de su casa. Lo recibimos con mucho cariño, y desde ese momento tuve una nueva compañía en casa, una compañera de juegos con cuatro patas. 

Le puse de nombre ‘Firu’ (nombre poco original teniendo en cuenta que se parecía mucho Firulais, el perro de unos dibujos animados que me gustaban bastante, Los Rugrats).  La misma caja en la que nos la dieron, fue su cucha durante mucho tiempo, una cucha que arrastraba de acá para allá, siguiéndonos a cada lugar de la casa que íbamos. A diferencia del perro que teníamos cuando vivíamos todos juntos, Firu era únicamente MIA, y se crío conmigo, al igual que yo me críe con ella.